Nuestras deportistas, ¿invisibles?

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Más de 706.000 mujeres hacen deporte federado en España. Cosechan éxitos en múltiples especialidades, pero sus logros son apenas conocidos

Marta Domínguez es la bandera del deporte femenino español y nos la hemos cargado». Miriam Blasco, la primera española que se colgó un oro olímpico (judo, Barcelona 1992), se duele amargamente del juicio sumarísimo al que ha sido sometida la atleta palentina (que, al final, ha sido exculpada de la Operación Galgo), una vendetta que ha echado por tierra en pocos meses los logros conquistados a duras penas por las españolas en años de trabajo casi clandestino. Los triunfos de estas deportistas son, demasiadas veces, imperceptibles, casi secretos.

El rasero con que se miden sus éxitos no es el mismo que se emplea con los varones, protestan las deportistas. «No hay igualdad en el trato noticioso que se nos da», argumenta Blasco. «No existen referentes femeninos. Y, cuando triunfa una mujer, se destaca el físico: las lolitas del tenis, la Supernena…», clama. Y da nombres…

La tenista Vivi Ruano, número 1 del mundo en dobles, posee seis títulos de Roland Garros y tres US Open. Joane Somarriba ha ganado tres Tours de Francia femeninos.

La nadadora Mireia Belmonte fue medalla de oro en el Europeo de 2008 en 200 metros estilos.

Más. Laia Sanz, motorista catalana, ha sido nueve veces campeona de Europa de forma consecutiva (2002-2010) y diez veces campeona del mundo; este año fue la primera mujer en el Dakar. El equipo de baloncesto Halcón Avenida, de Salamanca, se ha coronado como campeón europeo de basket.

La madrileña Amaya Valdemoro, 198 veces internacional con España, jugó cinco temporadas en la WNBA con los Houston Comets con quienes conquistó cuatro anillos… ¿Lo sabían? ¿Han oído hablar alguna vez de Marina Alabau, campeona del Mundo de wind surf con Movistar en 2009 y de Europa el pasado año? ¿Le ponen cara a Gisela Pulido, la catalana residente en Tarifa que ha sido ocho veces campeona del mundo en kitesurf, el surf con cometa?

Como poco, podemos decir de ellas que no son populares.

La televisión, espejo al fin y al cabo de lo que sucede en este mundo, transmite más deporte masculino que femenino. Mucho más. Sus espectadores son, también, mayoritariamente varones (66% frente al 34% de mujeres). Y en la televisión está la publicidad, el dinero, los patrocinadores y la forja donde los críos empiezan a admirar a sus ídolos, a los que tratarán de imitar algún día. «Pero si no eres la número 1 del mundo, lo tienes muy difícil», reflexiona la tenista mallorquina Nuria Llagostera. Ella fue una de las raquetas femeninas que se plantaron ante la Federación para que les asegurara «unas condiciones mínimas» para jugar con España. «La protesta surtió efecto y hemos conseguido mejoras, mayor atención para las jóvenes promesas y mayor número de torneos con premios de entre 25.000 y 100.000 dólares», señala.

Llagostera es una lanzada. En mayo de 2008 decidió posar desnuda en Interviú. Su deseo era encontrar por ese medio tan poco común un empresario que la patrocinara. Hubo mucho ruido, pero pocas nueces. Llagostera sigue su carrera, como todas, a trompicones y echándole más moral que el Alcoyano. «Es que las deportistas somos invisibles», protesta Miriam Blasco, senadora del PP por Alicante.

¿Y qué hay que hacer para romper esa tendencia? «Es primordial que el público vaya a ver una vez baloncesto femenino para que se enganche. La gente se sorprende de la intensidad y el juego que hacemos cuando nos ve por primera vez», incita Amaya Valdemoro, auténtico icono del baloncesto femenino español.

Ellas sudan la camiseta

Lo cierto es que las españolas sudan la camiseta. No tanto como los hombres, la verdad, pero lo practican de forma regular.

Según el último informe sobre hábitos deportivos de los españoles coordinado por Manuel García Ferrando, el 26% de las mujeres españolas hace deporte frente al 41% de los varones. A grandes rasgos, un 30% de los practicantes de deporte extraescolar son chicas mientras que en deporte federado apenas alcanzan el 16,2%.

En el terreno de la competición los datos son también incontestables. En 2010, un total de 706.053 mujeres (por 2.814.139 hombres) se federaron en las distintas especialidades deportivas. Su presencia es mayor en deportes como baloncesto y golf.

Las chicas nutren los equipos de baloncesto y recorren, infatigables, los campos de golf con sus carros. Pero hay deportes, como el fútbol en que, pese a los éxitos deportivos (la selección sub-19 alcanzó el pasado año la fase final del torneo UEFA y las sub-17 fueron bronce en el Mundial) el número de mujeres practicantes es minoritario: 33.744 mujeres frente a 771.963 hombres.

«La sociedad ha cambiado, las administraciones están impulsando programas, pero sigue pendiente una cuestión de educación a la hora de ver a las mujeres jugando al fútbol. Se piensa que va a ser como la película de Lola Flores en los 70, (‘Las Folclóricas FC’) hay un convencimiento de que no podemos llegar a la élite del fútbol. Si la sociedad viera cómo juegan estas chicas, yo creo que le empezaría a interesar. Pero mucha gente ni siquiera sabe que hay una categoría máxima femenina: todo el mundo se entera cuando estornuda Messi, pero ni siquiera tienen idea de la existencia de estas chicas», argumenta María José López, abogada especializada en Derecho Deportivo y presidenta del Cáceres Femenino y de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino.

«Las chicas juegan con mucha desventaja. ¿Cómo va a salir una Messi? A Messi lo han estado cuidando desde los 12 años, mientras que aquí hay jugadoras que trabajan en una pizzería. Las que más cobran, unas cuantas de tres equipos de la Superliga, estarán por los dos mil y pico euros al mes. Eso se lo gasta Messi en resoplar. Y oficialmente no son profesionales, están en una situación alegal», protesta la abogada López.

Directivas y sexismo

La presencia de mujeres en puestos directivos federativos tampoco es destacada (ni tan siquiera proporcional al número de practicantes femeninas). Tras la retirada de Emma Villacieros, al frente del golf español entre 1988 y 2008, solo otras dos mujeres presiden federaciones a día de hoy; son Isabel García Sanz, de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, y Hortensia Hermida Torres, en Petanca.

«En España aún cuesta reconocer que el deporte constituye una parcela incomparable de la vida cultural en la que se fomenta el sexismo y en donde las mujeres están seriamente discriminadas», se lee en un informe de la Comisión Mujer y Deporte del Comité Olímpico Español. Diversos estudios de este organismo reconocen que numerosas federaciones no incluyen a ninguna mujer en sus órganos de gobierno. «Las mujeres somos solidarias; nos quejamos poco. Entrenamos cuando acaban los demás; nos conformamos con las migajas que nos dejan», protesta Miriam Blasco.

Así que las que triunfan lo hacen a costa de muchas horas, muchas renuncias y muchas peleas. Es el caso de Maider Unda, doce veces campeona de España de lucha olímpica y quinta del mundo en Pekín, que se mantiene en la elite con su beca ADO y con la venta del excelente queso ‘Atxeta’ que obtiene del rebaño de ovejas que cuida a diario en Olaeta (Álava). «Jamás le he dado importancia a ser chica, si cargas con eso tú misma te perjudicas», razona Unda. «Pero sí que me he sentido discriminada por ser mujer: los chicos salían más, viajaban más. A mí me toca luchar contra ellos, para progresar. Pensaban que ya me cansaría, pero no, ja, ja, ja. También es verdad que, en mi deporte, tampoco lo hubiera tenido mucho más fácil de ser chico».

Silvia Muñoz (hockey patines) e Isabel Sánchez (campeona de Europa de baloncesto con el Halcón Avenida de Salamanca) son además de deportistas, médicos. «Tenemos que hacer lo más grande que existe para que nos hagan caso», se duele Sánchez, 96 veces internacional con España. «Esta es nuestra lucha diaria. Ahora, por lo menos, nos ponen en Teledeporte, aunque sea de madrugada, y tenemos cierta recompensa económica. Gracias a iconos como Arantxa Sánchez Vicario, Amaya Valdemoro, Almudena Cid, Edurne Pasaban o Gema Mengual, nos estamos dando a conocer. Pero creo que somos las propias mujeres las que debemos luchar por nuestras deportistas», remacha.

Silvia Muñoz, del Hockey Terrassa, nació, «con el palo debajo del brazo», en una saga de jugadores. Su bisabuelo Antoni Escudé fue uno de los introductores de este deporte en España. Hoy, su caso es único. Las chicas del Terrassa, con sus triunfos, han sido capaces de desplazar en el horario estelar de los partidos a los chicos. «¿Renuncias? A la maternidad. Tuve que decidir. Si tenía hijos, dejaba la selección. Mi ilusión es seguir hasta las Olimpiadas de Londres. Lo consulté. ‘¿Y si me quedo embarazada?’, pregunté. ¡La respuesta fue que cruzara las piernas!», se ríe esta especialista en Medicina del Deporte, 200 veces internacional con España y con tres JJ OO ya en las alforjas. «¿Cómo cambiar las cosas? Nosotras lo tenemos que ganar todo o no te conocen. Y, por lo que yo he vivido, es una tarea imposible», se lamenta Silvia Muñoz.

Fuente:  JULIÁN MÉNDEZ  www.ideal.es